La primera de ellas es La fortuna de vivir, una película dirigida por Jean Becker y que cuenta la historia de varios personajes que viven en un pantano. La amistad entre ellos y otras personas de la ciudad nos sirve de hilo conductor para reflexionar sobre el valor de la vida, de la amistad, del amor, de la igualdad y finalmente del "progreso" de la humanidad que se impone ante estos valores. Una película deliciosa en todos los sentidos, desde su banda sonora, su imagen, sus paisajes, hasta un guión sublime llevado a la práctica por grandísimos actores entre los que destaco a Jacques Villeret. Una historia contada dejando que fluya tranquilamente, como tranquila es la vida del pantano.
La siguiente es totalmente distinta en lo anterior. Se trata de una comedia de Francis Veber, dirigida y escrita por él, La cena de los idiotas. Originalmente fue concebida para teatro, como así fue, pero se decidió llevar a la gran pantalla. Aun así, su espíritu teatral siguió en ella, ya que es una obra que tiene como atractivo el salón de una casa, un teléfono, dos actores principales y un buen número de actores secundarios que van llevando esta comedia hasta su clímax. Hace relativamente poco tiempo, esta película dio el salto a Estados Unidos, cuya industria, cada vez más falta de ideas, quiso hacerse de oro con el humor de este francés. No he visto su versión americana y, sinceramente, no quiero verla pues, si es lo mismo pero con otros actores, para qué cambiar si esta versión es ya de por sí PERFECTA.
Y por último me centraré en la película más reciente de las que voy a hablar, se trata de Los chicos del coro, la ópera prima de Christophe Barratier. Un colegio de niños donde la norma es tan estricta que rebasa todos los límites morales y un profesor que llega al centro. La música como unificadora y como poderosa para amansar a las fieras es de lo que nos habla esta película cuya banda sonora es una auténtica maravilla con voces angelicales que hacen todavía más crecer su calidad.
En definitiva, con esta entrada a la que podría añadir otros títulos franceses como Dejad de quererme, Conversaciones con mi jardinero, Salir del armario o Mis tardes con Margueritte, sólo quiero expresar que l cine no es un escaparate de los progresos de la tecnología, que muchas veces olvidamos que el cine también sirve para contar historia. Al igual que con la literatura nos asomamos a una historia, el cine se asoma a nosotros para contarnos historias que nos hagan reflexionar, emocionarnos, reírnos, etc. Recomiendo todas estas películas que muchos tacharán de aburridas, como se dice: "nunca llueve a gusto de todos", pero cada vez que pueda yo volveré a verlas y seguiré prefiriendo este cine (sin despreciar cualquier otro tipo, por supuesto).
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