viernes, 9 de noviembre de 2012

Los marcos


Aquella mañana se levantó dándole a la vida un sentido más espiritual que práctico. Desayunó, se aseó, se vistió y bajó a comprar la prensa. Volvió a casa deseando no salir de ella en todo el día. En la calle llovía y en la casa las horas pasaban con con el lento caminar que tienen las manecillas del reloj en un día de lluvia. Se sentó en su sillón a leer el periódico. Entre los ERES, los desahucios, el paro, la delincuencia, un premio, un éxito televisivo, la boda de un famoso, etc. llegó al fin del mismo. Definitivamente aquel era un día como otro otro cualquiera.
De pronto levantó su cabeza y observó el salón de su casa. Todo estaba limpio, recogido. De las paredes colgaban cuadros, marcos llenos de fotografías que señalaban los momentos más importantes de su vida: su comunión, su boda, el nacimiento de su hijo, su foto de la graduación de la Universidad, la foto de sus padres, la colección de figuras de porcelana que hizo con doce años, sus viajes a La India, París, Roma, Londres, Nueva York, etc. De repente sintió cómo su vida en ese momento estaba rodeada de pasado. No había presente, no había futuro, todo era pasado, un pasado que vuelve cada vez que llega a casa y que sigue ahí, estancado sin avanzar.
Sin pensarlo más salió de casa y entró a la primera tienda que encontró abierta. Compró dos marcos similares a lo que colgaban de la pared de su salón. Volvió a su casa, le quitó los marcos la imagen de una modelo sonriente y colocó en uno un folio con un punto y en el otro, otra hoja en blanco con una interrogación. Los colocó en la pared, se sentó en su sillón y pensó que ahora sí era aquella su vida.